Transportar: |
|
PAJARILLO:
INTRO:
Ahh!
Tarailaray!
Ay era un veintidos de Agosto, ocho y media 'e la mañana
cuando corrió la noticia que a todo el llano enlutaba,
que al caer de un aeroplano de la empresa de Avianca
había perdido la vida, un hombre que yo estimaba
su nombre Luis Barragán, un hijo de la sabana,
hombre de caballo y soga, criollo como un pelo 'e guama
llanero de pura cepa como es todo el de su raza.
El día que murió Quinina, como todos lo llamaban
el llano se puso triste se silenció la sabana
los caballos de su cincha en el hato relinchaban
y unos toros cachaleros por los esteros pitaban
trasmitiendo la noticia que a mi llano acogonjaba,
y en el centro del Guatapalo por donde él atravesaba
no se movían los corozos, los moriches ni las palmas,
solo un canto y soledad se notaba en la sabana,
mientras que una nube negra el horizonte enlutaba
y en medio de un tiempo macho volaban dos garzas blancas
y en su vuelo cadencioso hacían cruces con sus alas,
así la naturaleza su tristeza demostraba
y en todas partes del llano los llaneros lamentaban
la muerte de Luis Quinina, un hijo de tierra llana.
INTERLUDIO:
Ahh!
Tarailaray!
Aaaaay amigo Luis Barragán te dedico esta tonada
como un homenaje póstumo que te hacen los de tu raza
pa' que descances en paz y tu alma sea una santa
y a diestra del padre eterno mande luces y esperanza
pa' tu familia y amigos y la bendición tu casa
donde pasaste Quinina el período de tu infancia
montado sobre un caballo pastoreando unas vacas,
asi fue que te forjaste y así cogiste la fama,
de ser llanero raja'o, hijo de cielo y de pampa
querido por todo el mundo por tu sencillez tan franca
y ese espíritu parrandero que a la gentes agradaba
por eso es que amigo mio, a mi llano le hace falta,
como le falta un padrote a un atajo de potrancas,
como faltarle a un llanero el amor de una muchacha,
como faltarle a un parrando, un coplero al pie de un arpa,
como faltarle a un bonguero, la espadilla y la palanca,
como faltarle el lamento, de un carrao a entradas de agua,
por eso es que tu recuerdo perdura en la tierra llana
y tu voz se escuchará en los centros de sabana
cuando en un caballo rucio coleabas toros y vacas
y al verlos rodar po'el suelo, tu te reías y gritabas,
el ayayay Mararay refrán que le diste fama.